martes, 25 de noviembre de 2008

En sus ojos mi conciencia.

Desojamos cada unas de las miradas ese día y nos dispusimos sobre el material de trabajo para condenarnos a la tarea de reflexionar por el espacio de una hora, lo mismo constituyó minutos que parecieran interminables, y horas desordenadas en las que revivimos de a dos mi mundo mi pasado y un deseado final. Pese a mis efímeros y frustrados encuentros con el mas allá pude reconocer en sus ojos mi comunión verdadera con eso en lo que solo podemos tener Fe.
Desvarié acerca de mis encuentros tan crueles con la muerte, y lavé en sus manos la sangre de mi realidad, le robé mis ausencias y fué así como ambos en pocas palabras nos hicimos verdad, desagoté mi cuerpo de mentiras y frivolidades con un poco de agua natural.
La noche se desabasteció de tanta soledad, y dormí espectante y temerosa una luna mas. Las rosas del sueño alteraron mi verdad, sin que las infames me alertaran de su cruel realidad.
Mil descansos aventuré hasta que liberé mi conciencia, me había enamorado de tan infinita belleza. Pero no habría de dar cuentas de eso a nadie, solo El lo sabría.
Luego de la progresiva intolerancia a ese hecho amenazante me decidí a encontrarme con la ilusión, quería quedarme con El hasta juntos despojarnos de la historia, pero si no hay historia es porque no hay memoria y su frialdad de mineral no lo soportó, El me recordaba en cada ocasión, que cada paso que daba tenía huellas.
Una vez un extraño me contó que el quiso aventurarse, pero mi pasado no lo dejó, fue entonces que rompí las cartas del amor para jugar otro juego, el de la soledad, el del dolor.
Una noche fría, sin esperanza grite ¿Porqué? con todas mis fuerzas, tanto grité, que mi enamorado, el triste y desconcertado espejo se rompió.

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